viernes, 13 de septiembre de 2019

3 AÑOS DESDE MI DIAGNÓSTICO



Mañana se cumplen 3 años desde aquel fatídico 14 de Septiembre de 2016 en el que fui diagnosticada de Esclerosis Múltiple.


Me gustaría contaros (y sobre todo recordarme a mí misma) que todo al fin, va genial, que estoy “bien”, pero por desgracia no puede ser así, ese “bien” es a medias…


He pasado mucho durante estos años, los brotes se sucedían continuamente sin parar; los tratamientos no servían (hasta que llegó el tercero, Tysabri); los corticoides me sentaban fatal; fui incapacitada para mi profesión (Auxiliar de Enfermería) lo cual, es otro impedimento que te hace sentir inútil; la depresión (que llega con fuerza, pero que, gracias a las terapias con mi psicóloga, conseguimos superar); los miedos; el dolor (todo mi lado derecho se resiente a causa del dolor neuropático). Todo ello, era una bomba de relojería para mi cuerpo y mi mente…


La aceptación de la enfermedad, fue algo que me costó mucho superar y hacerme a la idea de que esto… era de por vida, pero que podía convivir con “ella”. Sudores y lágrimas para lograrlo… como se suele decir.


Y después de tantos altibajos en esta “montaña rusa que es la EM” (tengo un post escrito en mi blog, en el que hablo sobre ello: "Toda una vida en la montaña rusa"), llegué a la cima, en donde me sentí libre, tranquila y recuperada… El Tysabri había frenado la actividad de la Esclerosis Múltiple, los brotes se habían parado… Fueron unos meses espectaculares en los que casi logro olvidarme por completo de mi “enemiga”; pensé que hasta ahí había llegado la batalla, pero no… ¡Qué incrédula fui! Esta batalla nunca se termina…


Mi Esclerosis Múltiple ha decidido hacerme como regalo de nuestro tercer aniversario: un ataque a mi vejiga, por el cual, los especialistas han decidido que la solución es tener que sondarme a mí misma todos los días para sacar la orina que se queda retenida dentro de mi vejiga. En otro post, cuando esté prepara, cuando me haya repuesto de este mazazo os contaré más detalladamente; ahora, me vais a tener que perdonar, pero, mi mente no asimila lo que se me vino encima y no tengo ganas de extenderme contando todo lo que acontece.


Ahora, me toca volver a seguir luchando (aunque en estos momentos me siento sin fuerzas, se me ha olvidado de dónde las saqué anteriormente…), estoy segura de que ¡¡lo conseguiré!! aunque lo vea de nuevo todo negro… pero necesito más tiempo; os puedo decir que me siento peor aún que cuando el diagnóstico, el miedo se a realzado un 100% y mi positivismo ha descendido hasta lo más hondo de los infiernos. Me paro a pensar y me digo: ¿por qué? ¿por qué, si hago todo y más por conseguir estar estable dentro de esta maldita enfermedad? No hay respuesta…


Como dijo Elisabeth Kübler-Ros:

“No hay nada de malo en expresar nuestro 

dolor, pero si nos aferramos a él se convierte en 

un castigo que nos imponemos a nosotros 

mismos”




Por ello, os digo y me repito a mí misma:

¡¡¡Tenemos que caer todas las veces que 

necesitemos, pero nunca dejaremos de 

levantarnos!!!